Cómo se benefician las empresas del error positivo

La forma en que hacemos frente al error es la clave para progresar, tanto personal, como profesionalmente. Nuestra gestión del error determina la manera como valoramos los errores y reaccionamos ante ellos. Unos empleados motivados y los beneficios a largo plazo pueden hacer que la gestión del error en el ámbito comercial merezca la pena.

Te contamos qué significa exactamente “error positivo” en el ámbito empresarial, por qué muchas empresas aún se encuentran a años luz de establecer una cultura positiva del error y qué hace falta para incluirla en tu empresa.

¿Qué es el error positivo?

El concepto de error positivo o cultura del error se emplea en las ciencias económicas y sociales para describir cómo los seres humanos afrontan los riesgos y los errores dentro de un grupo social. Proveniente de la ciencia, también se estableció a mediados del siglo XX en la economía.

Nota

A menudo se emplean los conceptos “error positivo” y “gestión del error” como sinónimos. Sin embargo, algunas escuelas de pensamiento diferencian entre, por una parte, la reflexión, la valoración y la respuesta ante el error (error positivo) y, por otra parte, los métodos implementados para abordar los errores ya cometidos en la empresa (gestión del error).

Cuando hablamos de la cultura del error positivo en el ámbito de las empresas, no nos referimos a que las empresas den por bueno el error. Hablamos empero de una manera positiva de abordar los errores cometidos con la finalidad de prevenir otros perjuicios y, al mismo tiempo, ofrecer la posibilidad de aprender de los errores. De esta forma, los errores se convierten en catalizadores para el éxito futuro.

El error positivo y su valor empresarial

La visión negativa de los errores está anclada en nuestra cultura. Ya en el colegio aprendemos que quien se equivoca, recibe malas notas, es decir, sufre repercusiones negativas. Y esta postura no difiere mucho en el sector de la economía, donde sobre todo cuentan los éxitos. Por lo tanto, hemos aprendido que hay que hacer todo lo posible por evitar los errores. También cuando las empresas hablan de la actitud frente al error lo hacen abogando por rehuirlo, una actitud que ha predominado durante mucho tiempo, hasta que en los últimos años ha surgido una nueva perspectiva de la gestión del error.

Así, por ejemplo, el libro “El error positivo” de la Colección Emprendedores y la Editorial Planeta recoge algunos ejemplos reales de empresas que supieron convertir un error en una ventaja competitiva y en una oportunidad de crecimiento. De esta forma, empresas españolas como Grefusa o Atrapalo.com, que a día de hoy cotizan cientos de millones de euros, están ahí gracias a los errores cometidos.

No obstante, en la actualidad, y aunque en la teoría la mayoría de las empresas está familiarizada con el concepto del error positivo, son pocas las que consiguen llevarlo a la práctica.

El gran malentendido respecto al error positivo

A nivel de gestión empresarial, ya no cabe duda de que una gestión del error en la empresa es importante para favorecer el éxito económico. Sin embargo, en la práctica se sigue observando el enfoque tradicional: si se amenaza con consecuencias negativas, entonces los empleados evitarán cometer errores y trabajarán, así, con más atención y precisión, lo que se traducirá en mejores resultados de trabajo.

En realidad, las empresas con este tipo de gestión del error consiguen por lo general todo lo contrario. Si se introduce esta máxima por primera vez, verdaderamente podría apreciarse un descenso del porcentaje de errores. Sin embargo, incluso si a primera vista esto le da la razón al jefe, no significa que los resultados a largo plazo vayan a ser mejores, sino, simplemente, que reina el miedo a equivocarse y que la empresa podría entrar en una espiral de negatividad.

Debido al miedo a represalias, los empleados no se atreven a correr riesgos, ya que podrían cometer un error que provocara una bronca del jefe, o incluso llegar a recibir una amonestación, y ya en el peor de los casos, ser despedidos. Por eso, justamente en una sociedad en la que el éxito económico depende cada vez más y más de la capacidad innovadora de la empresa, tal aversión al riesgo puede ser nefasta. Y puede ir más allá, hasta el punto de que los empleados prefieran no actuar para evitar cometer un posible error. Si se ha establecido este tipo de cultura de prevención del error, el éxito de la empresa corre el riesgo de verse saboteado.

Características de una cultura negativa del feedback

  • Acusación
  • Encubrimiento de errores
  • Exposición pública de los causantes del error

Ventajas del error positivo en la empresa

El error positivo no es para nada una deferencia que la empresa tiene con sus empleados, ni tampoco un beneficio social que mejora el ambiente laboral, y ni mucho menos una medida efectiva para asegurar el éxito económico de una empresa.

Siempre y cuando los errores no se ignoren o disimulen, y se analicen constructivamente los pasos en falso, los errores son una oportunidad de mejora para la empresa. Esto implica que los empleados en cuestión aprenden de su error y trabajan mejor y más eficientemente, pero, además, el hecho de hablar sobre los errores de manera abierta y constructiva también supone un beneficio para el resto de empleados.

Características de una cultura del error positiva

  • Tratamiento abierto de los errores
  • Respeto por la admisión del error
  • Foco de atención a nivel objetivo y en el futuro

Consejos para establecer una gestión del error en la empresa

Una transformación positiva de la gestión del error no se puede llevar a cabo de un día para otro, sino que son los empleados los que deben tomar la decisión y desarrollarla. Los siguientes consejos te servirán para conducir la gestión del error en tu equipo por el camino correcto:

Estilo comunicativo

Si un empleado admite un error, como superior, no deberías reaccionar con excesiva emoción o con actitud de reproche, ni tomártelo como una ofensa personal. Con estas actitudes solo se consigue un mal ambiente y se refuerza la tendencia a encubrir los errores, hasta el punto en que los problemas son tan grandes que ya no se pueden esconder bajo la alfombra. En su lugar, en la comunicación profesional debería apreciarse la sinceridad del empleado si, por ejemplo, ha tenido la iniciativa de dirigirse a ti, y concentrarse juntos en encontrar una solución.

Función ejemplar

Un directivo que quiera imponer una actitud abierta y respetuosa frente a los errores y alejarse de la cultura de la amenaza y la acusación debería servir de buen ejemplo y admitir abiertamente los propios errores, y al mismo tiempo, dar cuenta del potencial de desarrollo asociado con ellos. Con este gesto no se pone en tela de juicio la propia competencia, sino que se ejemplifica lo que se exige por parte de los empleados.

Autorreflexión

El requisito para aprender de los errores es la capacidad de cada empleado para la autorreflexión. Solo si la persona en cuestión reconoce su error y lo hace en un estadio temprano, puede reflexionar sobre las opciones de rectificación y mejora. Anima a tus empleados a que, a pesar del alto grado de presión de productividad, se tomen tiempo para la reflexión, por ejemplo, a través de la redacción de informes semanales o en las evaluaciones de rendimiento.

Desaprobación consecuente de los comportamientos negativos

Igual de importante que animar al reconocimiento del error es la desaprobación consecuente del encubrimiento. Si se constata que los empleados no admiten un error o lo hacen demasiado tarde, se debería tener una conversación personal con la mayor brevedad de tiempo para comunicar la desaprobación claramente. Por lo general no es necesario amenazar con sanciones ni aplicarlas, pues el impacto emocional de una conversación personal es más que suficiente. Si se corre la voz de que con la vieja estrategia de rehuir el error no se avanza y de que el jefe aboga realmente por la franqueza, entonces se obliga a todos los miembros a reaccionar positivamente.

Comunicación de cambio

Si piensas que tu cultura empresarial debe cambiar en lo que a la actitud frente al error se refiere, puede ser aconsejable la creación de un equipo de proyecto. De esta forma, en lugar de ser las altas esferas de la empresa las que dicten los nuevos cambios, los empleados pueden convertirse en parte del proceso, lo que aumenta las probabilidades de que tomen parte de dichos cambios de manera más solícita y comprometida.

Gestión de errores

Para que una cultura positiva del error surta efecto, deben establecerse procesos claros sobre cómo se puede sacar el mayor provecho y aprender de los errores cometidos: documentar los procesos de gestión de errores e instaurar procesos que garantizan que lo aprendido realmente es de utilidad en el día a día empresarial.

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