IoT: la revolución tecnológica de la vida cotidiana
Todavía no se ha establecido una definición para el término “Internet de las cosas” (conocido también por su denominación en inglés, Internet of Things, y sus siglas IoT). Más bien existen distintas definiciones que se diferencian en los pequeños detalles, aunque, en general, todas coinciden en un punto: el término hace referencia a la interconexión de objetos cotidianos y de máquinas industriales a través de Internet. Estos objetos reciben una identidad única (dirección) en la red y pueden llevar a cabo tareas de manera completamente automatizada. De esta forma, por ejemplo, simples objetos pueden comunicarse entre sí en cualquier momento y lugar, sin necesidad de la intervención humana. Dotados de procesadores y sensores y conectados gracias a la tecnología de red, estos dispositivos pueden recopilar información de su entorno, analizarla y enviarla a otros objetos conectados a Internet.
Por lo tanto, cuando se habla del Internet de las cosas no solo hay que pensar en electrodomésticos de alta tecnología o en coches autónomos, pues el abanico posible de aplicaciones es muchísimo más amplio. Imagina: prendas de ropa y relojes para hacer deporte capaces de supervisar el estado de salud del usuario y de enviar los valores obtenidos directamente a la consulta médica para su evaluación. En el área de la agricultura, los resultados de los sensores de la humedad del agua y los requerimientos de nutrientes de las plantas cultivadas podrían almacenarse en la nube. Y esto son solo dos ejemplos de las numerosas opciones que presenta el IoT.
¿Qué es el Internet de las cosas?
El Internet de las cosas está directamente relacionado con una serie de avances tecnológicos, así como con conceptos como el de computación ubicua y el de inteligencia artificial (IA). La posibilidad de transformar objetos cotidianos en dispositivos electrónicos es su característica fundamental: se pueden identificar a través de una dirección IP, a través de los sensores detectan estados y tienen capacidad de almacenamiento gracias a chips incorporados. Además, los miniordenadores integrados permiten un manejo autónomo, reaccionan al entorno e intercambian datos, lo que, junto con el aprendizaje automático convierte a estos objetos en dispositivos capaces de reconocer y universalizar patrones y deducir una serie de conclusiones para adaptarse a nuevas situaciones e ir optimizándose poco a poco. La aplicación de una tecnología de radiofrecuencia como RFID o Bluetooth basta para transformar objetos físicos en un sistema transmisor-receptor. Con ayuda de una tecnología de comunicación más compleja como 4G, los dispositivos pueden transferir grandes cantidades de datos a una nube o a otro dispositivo IoT a gran distancia y de forma ininterrumpida.
El Internet de las cosas hace uso de diferentes tecnologías y, aunque no haya una definición unificada del término, por norma general se le atribuyen las siguientes características:
- Recopilación, almacenamiento y procesamiento de datos, como hace, por ejemplo, el termostato que mide automáticamente la temperatura de una habitación.
- Comunicación con otros objetos, ya sea de forma directa o en la nube.
- Interconexión, por ejemplo, conexión Bluetooth a Internet.
- Ubicuidad, pues los dispositivos conectados pueden usarse casi en cualquier parte.
- Automatización, pues los dispositivos contestan con una determinada respuesta a un escenario o acción concretos, sin intervención alguna del usuario. Por ejemplo, unos fuegos de cocina eléctricos se pausan automáticamente cuando la comida ha alcanzado la temperatura programada.
- Capacidad de aprendizaje: una lámpara conectada a Internet podría analizar la intensidad de la luz para luego ajustarla de forma automática en siguientes ocasiones.
¿Qué tecnología sustenta el Internet of Things?
Para comprender el principio que se esconde tras el Internet de las cosas, hay que conocer sus fundamentos tecnológicos. En teoría, en la actualidad ya se está usando el IoT en diferentes campos gracias a las TIC, tanto las más recientes como las que tienen una tradición más larga. Pero para que realmente se pueda establecer una cobertura plena, esta tecnología tiene que evolucionar todavía más.
De hecho, aún hay que salvar algunos obstáculos para interconectar todos los dispositivos, enviar y procesar los datos rápidamente sin interferencias y poder solucionar el problema del big data: el Internet de las cosas exige una conexión a Internet móvil muy potente capaz de gestionar el inmenso volumen de datos procedente de la gran cantidad de dispositivos máquinas conectados a la Red global.
Por todo ello, muchos desarrolladores han puesto toda su esperanza en la nueva generación de telefonía móvil 5G, que supera con creces a los estándares anteriores en lo que a volumen de datos por segundo se refiere. Según la Unión Europea, en 2025 todas las grandes ciudades y carreteras principales de todos los países miembros de la UE deben disponer de 5G. En un primer plan se pensó poner de límite el 2020, pero los expertos consideran mucho más realista esperar cinco años más. Independientemente del año en el que finalmente se establezca, lo cierto es que la tecnología 5G es prácticamente una realidad.
Para identificar objetos, recopilar información sobre las condiciones físicas y alimentar la red, basta con medios sencillos como los sistemas RFID o códigos QR. De hecho, esta tecnología ya se aplica en el seguimiento de paquetes de proveedores de servicios logísticos y en la gestión de mercancías.
Si se trata, sin embargo, de evaluar datos complejos de forma automática y con un manejo autónomo, los dispositivos deben disponer de una tecnología más compleja. Si se aplica el principio M2M (machine to machine), que hace referencia al sistema transmisor-receptor que permite el intercambio de información automatizado entre dispositivos de forma remota, hay que disponer de una serie de componentes. Por ejemplo, para el mantenimiento remoto de un vehículo de picking de un proveedor de servicios de logística se necesitaría:
- Máquina o punto final de datos: el vehículo de picking autónomo dotado de sensores de movimiento manda señales GPS.
- Red de comunicación: redes inalámbricas como UMTS, HSPA, LTE, 5G.
- Servidor, punto de integración de datos: el servidor de una empresa de logística interpreta los parámetros técnicos que envía el vehículo de picking.
- Dispositivo M2M: por ejemplo, una API (interfaz de programación de aplicaciones) que ayuda al servidor a evaluar los resultados y activar acciones.
Los siguientes elementos pertenecen a la arquitectura técnica del Internet de las cosas:
- Sensores: los objetos de la vida cotidiana dotados con sensores pueden recopilar información sobre una serie de condiciones físicas o químicas y miden, entre otros, la temperatura, la presión, la luminosidad, la humedad, el pH o el movimiento. Los resultados se transforman en señales eléctricas para que puedan ser procesados por sistemas digitales. Gracias a ello es posible adaptar el brillo de la pantalla de un smartphone en función de la intensidad lumínica del entorno captada por un sensor.
- RFID (Radio Frequency Identification): esta tecnología permite la identificación de un objeto de forma remota mediante ondas electromagnéticas (tiene un alcance de hasta 100 metros). Al objeto se le adhiere una etiqueta RDIF con un código único para que un instrumento de medición sea capaz de identificarlo y localizarlo. Las empresas de logística recurren a los sistemas RFID para facilitar la localización de un contenedor a la hora de embarcarlo.
- Tecnologías de localización: GPS, WLAN y Bluetooth alcanzan distancias mayores y son capaces de comunicar más información. Así, si se recurre al sistema de localización del smartphone para encontrar un restaurante en los alrededores, este podrá mostrar, por ejemplo, aquel que se encuentre más cerca.
- Redes inalámbricas: para utilizar el IoT a gran alcance es necesario algo más que los sistemas de comunicación de corto alcance o las rutas de transmisión cortas de WLAN. Las tecnologías de transmisión preponderantes se basan en los estándares 3G y 4G de la telefonía móvil, no obstante, siguen presentando cierto retardo. Por tanto, para poder trabajar con un mayor volumen de datos y permitir que la transmisión se produzca en tiempo real se requiere una nueva generación. De hecho, en el futuro se promueve el uso de los siguientes estándares:
- Estándar de telefonía móvil 5G. La quinta generación de los estándares de telefonía móvil supone un gran salto, pues promete 10 000 MB por segundo, siendo así cien veces más rápida que el estándar LTE y superando a este mil veces en lo que a capacidad se refiere. De hecho, con 5G casi todas las aplicaciones pueden funcionar en tiempo real, convirtiéndose en el requisito que puede hacer realidad la conducción automatizada en las ciudades inteligentes. Con el estándar se pueden cargar incluso los grandes paquetes de datos de las películas en Full HD casi de forma inmediata.
- La tecnología NB-IoT (NarrowBand-IoT) es toda una innovación. Aunque solo transmite pequeñas cantidades de datos, se distingue por otras ventajas: gracias a una elevada intensidad de señal alcanza lugares de difícil acceso como un receptor subterráneo u objetos situados en construcciones de muros gruesos. Esta tecnología es extremadamente eficiente desde el punto de vista energético y funciona durante un largo periodo de tiempo. Por ejemplo, esta tecnología permitiría mantener calderas en sótanos sin alimentación externa o controlar la iluminación de las calles de forma remota.
- Estándar de telefonía móvil 5G. La quinta generación de los estándares de telefonía móvil supone un gran salto, pues promete 10 000 MB por segundo, siendo así cien veces más rápida que el estándar LTE y superando a este mil veces en lo que a capacidad se refiere. De hecho, con 5G casi todas las aplicaciones pueden funcionar en tiempo real, convirtiéndose en el requisito que puede hacer realidad la conducción automatizada en las ciudades inteligentes. Con el estándar se pueden cargar incluso los grandes paquetes de datos de las películas en Full HD casi de forma inmediata.
- Nube: para la infraestructura de un Internet de las cosas de gran alcance, una red virtual de procesamiento y almacenamiento de datos también resulta esencial. La nube permite almacenar de forma segura la información de los dispositivos de IoT y al mismo tiempo aumentar su capacidad de almacenamiento.
- Sistema embebido (embedded computing): los microprocesadores y otros sistemas computacionales reducidos solo funcionan cuando interactúan con otros dispositivos. Para su funcionamiento no hay grandes requerimientos de software o hardware y son muy útiles para la creación de sistemas autónomos en objetos de lo más comunes.
¿Cuál es el objetivo del IoT?
La perspectiva de un día a día mucho más confortable, de una economía y una administración más eficientes, de una mayor seguridad vial, de un abastecimiento de energía ecológico y de una vida más saludable impulsan, sin duda, el desarrollo de un Internet of Things que facilite todos los ámbitos de nuestra vida: cafeteras automáticas, una producción industrial que reacciona rápidamente a la demanda, coches autónomos y relojes capaces de detectar y comunicar enseguida algún deterioro de la salud. Con la información recopilada por los diferentes objetos interconectados, las actividades pueden planificarse mucho mejor y, en conexión con sistemas de IA, los dispositivos de IoT funcionan de forma más rápida y eficiente que las personas.
En el sector sanitario, con el Internet de las cosas se aumentaría la información recopilada de cada paciente, permitiendo realizar diagnósticos exactos y controlar el estado de salud de cada individuo continuamente, descartando visitas innecesarias a la consulta médica.
Los dispositivos del IoT, autodidactas y sumergidos en un continuo intercambio de información, son también capaces de prever riesgos, de encauzarlos y de optimizar procesos sin necesidad de intervención humana. Las máquinas que se mantienen a sí mismas o planifican en una fábrica los procesos de producción en tiempo real no solo disminuyen costes sino también tiempo. Los sistemas de calefacción o sensores autorregulados encargados de detectar la necesidad de agua y fertilizantes en las prácticas agrícolas garantizan, además, un uso responsable y eficiente de los recursos.
El desarrollo de una infraestructura digital permitiría en un futuro la creación de un sistema sofisticado y amplio, capaz de autorregularse y que abarcase todos los ámbitos de la vida cotidiana.
El Internet de las cosas está creciendo a pasos agigantados. La empresa consultora y de investigación de las tecnologías de la información Gartner aseguró que para el año 2020 habrá un total de 20 400 millones de dispositivos de IoT.
Ciudades y objetos inteligentes: ¿cómo afecta el IoT a nuestro día a día?
La revolución de nuestra cotidianeidad gracias al Internet de las cosas está aún por llegar y, por lo tanto, solo se pueden hacer hipótesis sobre cómo afectará esta tecnología a nuestra vida, más aún si se tiene en cuenta que son pocos los que viven en una casa inteligente o usan objetos wearables (objetos dotados de esta tecnología que se pueden vestir). Por otro lado, hay otras innovaciones que poco a poco sí se van incorporando como son los cajeros automatizados, las cámaras de vigilancia inteligentes y las fábricas con un funcionamiento autónomo. Sin embargo, estos avances quedan en un segundo plano, pues no afectan de forma tan visible a nuestra rutina. La integración absoluta del IoT supondría estar continuamente rodeados de sistemas informáticos que recogen e intercambian datos en Internet. Si se recurre a estos objetos dentro del propio hogar, se cuelan por completo en la esfera privada.
Vivir en una casa inteligente trae consigo numerosas ventajas: gracias a los datos recopilados sobre los diferentes moradores y sus actividades, se puede reaccionar por anticipado y facilitar determinadas actividades cotidianas. Los aparatos electrodomésticos se autorregulan y así garantizan una mayor seguridad: fuegos de cocina que se apagan automáticamente o puertas de viviendas que se bloquean solas.
Muchos de los dispositivos conectados a la Red responden a un patrón de comportamiento: un reloj de pulsera inteligente encargado de estimular un estilo de vida saludable avisa al usuario cada vez que detecta un aumento del sedentarismo. Sin embargo, las necesidades humanas solo son predecibles hasta cierto punto, sin olvidar una pregunta clave que suele acompañar al uso de esta tecnología: ¿y si la tecnología controlase de forma creciente nuestro estilo de vida? Imaginemos que empiezan a surgir aseguradoras que cobran una u otra tarifa teniendo en cuenta la información recogida sobre la actividad física realizada por un cliente. ¿Sería ético? No solo los expertos en este campo tratan de encontrar una respuesta, también los profesionales de TI discuten sobre las desventajas que puede traer consigo la aplicación del IoT.
Una cosa sin duda está clara: los dispositivos para uso doméstico ya disponibles son bastante prácticos. Un ejemplo de ello es el termostato inteligente de Nest, empresa adquirida por Google, capaz de detectar la temperatura habitual de la calefacción en un lugar, para más tarde regularla autónomamente. Un detector de movimiento registra si los habitantes se encuentran en casa y apaga la calefacción en su ausencia. Esto reduce los costes de calefacción, ahorra recursos energéticos y aumenta el confort. Si los habitantes deciden volver a casa antes de lo habitual, pueden encenderla antes de llegar.
Algunas innovaciones probadas en determinadas ciudades son una muestra de lo que el IoT permitirá llevar a cabo en el sector público en un futuro. En una escala global, el Internet de las cosas podría hacer mucho más eficiente el transporte, el tráfico, la recogida de basura, etc., aunque para ello sería necesario crear una infraestructura completa de farolas, contenedores, semáforos y fachadas de edificios interconectados que captaran la información a través de sensores.
Santander es un ejemplo de ciudad inteligente. Las estrechas calles del centro cuentan con miles de sensores para medir el volumen de tráfico y mediante una app se avisa a los conductores de las rutas más concurridas así como de las plazas de aparcamiento disponibles. Ámsterdam, por su parte, dispone de farolas inteligentes que regulan la intensidad de la luz proyectada, de modo que cuando no hay peatones ni coches cerca se apagan, lo que reduce la contaminación lumínica y ahorra energía.
La base de una cuarta revolución industrial
El IoT se puede considerar el motor de una cuarta revolución industrial. No cabe duda de que las fábricas inteligentes, en cuyas instalaciones se organizan los procesos de producción de forma autónoma, pertenecen a una nueva época. En ellas se acelera la producción, se incrementa la eficiencia y se reducen los costes gracias, por ejemplo, a que los materiales están provistos de chips RFID que indican qué máquina es responsable del siguiente proceso y a sensores que sirven a las máquinas para notificar situaciones críticas, además de otros sistemas para comunicar las necesidades de reparación o de material.
Oportunidades y peligros de la industria 4.0 y el marketing digital
El Internet de las cosas sirve para optimizar las diferentes etapas en un proceso de producción así como todos los servicios implicados: desde el desarrollo del producto, pasando por la comercialización, hasta su entrega y posterior reciclaje. Además, con un conjunto de máquinas interconectadas y completamente autónomas es más fácil adaptarse a los deseos individuales de cada cliente. De este modo la fabricación de productos personalizados no siempre requiere la supervisión de una persona o el reacondicionamiento de las instalaciones, incluso si se trata de un reducido número de piezas. De hecho, este es el modo usado por Adidas para crear zapatos personalizados.
El IoT ofrece un gran potencial también en el mundo del marketing. El comercio minorista, por ejemplo, se dirige a un determinado consumidor en un área concreta. Por ello, con los conocidos como iBeacons se puede mejorar su estrategia de publicidad al enviar señales a los smartphones de los clientes con una oferta concreta. Otro ejemplo interesante es el de las máquinas inteligentes expendedoras de bebidas. Estas son capaces de comunicar la falta de inventario y los posibles fallos, en caso de que tengan lugar, así como detectar las temperaturas veraniegas para adaptar los precios ante la mayor demanda prevista.
Pero lejos de ser solo una invención, existen aplicaciones reales de IoT en marketing. La marca de whisky Johnnie Walker ha creado botellas inteligentes que se comunican con el móvil del comprador gracias a la tecnología NFC. Los sensores adheridos a la etiqueta de la botella envían información a la empresa sobre la cadena de suministro y el customer journey completo: los sensores registran si la botella ha sido abierta o permanece cerrada y, dependiendo de esta información, el comprador recibe información o consejos para un consumo más placentero. De cara al cliente, todo ello supone un incentivo de compra y mejora la experiencia del producto y, al mismo tiempo, la empresa obtiene información sobre el ciclo de vida del producto y puede enviar al usuario publicidad personalizada.
El impacto del Internet de las cosas en la economía también es enorme. Según un estudio de la consultora McKinsey, en el año 2025 el Internet of Things habrá generado en torno a los 11,1 billones de dólares.
No obstante, la industria 4.0 debe hacer frente a una serie de amenazas al mismo tiempo: una red muy amplia ofrece a los hackers numerosos puntos de acceso, lo que aumenta el riesgo de vulneraciones en la protección de datos y el espionaje industrial. Además, si se delegan los procesos industriales en máquinas, estas terminarán sustituyendo la mano de obra de las personas no solo en aquellas actividades monótonas o peligrosas, sino también en muchos otros ámbitos que generan puestos de trabajo.
Los expertos no se ponen de acuerdo en determinar en qué ámbitos y hasta qué punto el IoT va a afectar a la ocupación profesional. Por un lado, con la digitalización se han creado nuevos ámbitos laborales y en muchos ámbitos los dispositivos inteligentes se limitarían a asistir a los empleados. Por otroe, algunos economistas predicen que la industria 4.0 va a ir acompañada de una racionalización de los puestos de trabajo. El investigador Andrew McAfee, del prestigioso Institute of Technology (MIT) de Massachusetts, parte de la base de que a mediados el siglo XXI se dispondrá de la mitad de los puestos de trabajo ahora existentes. Un estudio de la Universidad de Oxford llega a una conclusión muy similar.
Aplicación del IoT en la atención sanitaria
El Internet de las cosas también va a revolucionar el ámbito sanitario. Los wearables, una de las opciones disponibles para usar el IoT en medicina preventiva, miden importantes parámetros, como el ritmo cardíaco o el índice glucémico, ayudando a los pacientes que sufren enfermedades cardíacas o diabetes. Además de contribuir en los procesos diagnósticos, los dispositivos IoT mejoran también la asistencia médica hospitalaria y ambulatoria.
Prevención sanitaria y diagnóstico
Hay dispositivos de IoT que se utilizan en el ámbito de la prevención sanitaria para medir la temperatura corporal, analizar la frecuencia respiratoria, evaluar la composición química del sudor y registrar electrocardiogramas, actividades que, en teoría, se pueden llevar a cabo cada hora. Se trata, por tanto, de un chequeo preventivo continuo gracias a los sensores dispuestos en dispositivos ponibles, en cepillos de dientes inteligentes o en el smartphone. Son los enfermos crónicos los que más se pueden beneficiar del control regular de determinadas funciones corporales. Llegado el caso, estos dispositivos pueden incluso salvarles la vida. Además, su uso permitiría un diagnóstico precoz de enfermedades insidiosas que al haber sido detectadas a tiempo pueden ser tratadas de forma más efectiva. De igual forma, se evitarían las visitas innecesarias a la consulta médica y se descongestionarían las salas de urgencia, pues el sujeto sabría distinguir los “síntomas” inofensivos de los realmente importantes.
Los dispositivos de IoT también son buenos entrenadores, pues miden los pasos y el consumo de calorías de sus usuarios y previenen de este modo el sobrepeso y el sedentarismo. Estos aparatos conectados a la Red “apelan” a la responsabilidad propia y fomentan un estilo de vida sano. A largo plazo es un método muy rentable, beneficia al sistema sanitario y permite, por ejemplo, invertir el dinero que se ha ahorrado en tratamientos para la investigación.
Ya sea por un interés privado o con un propósito en el ámbito de la investigación, está claro que con el Internet de las cosas se pueden recopilar y evaluar durante un largo periodo de tiempo gran cantidad de datos relevantes desde el punto de vista médico. Además, como se ha mencionado, el proceso de diagnóstico de enfermedades sería mucho más efectivo con estos dispositivos. Claro está que para ello se haría necesario recopilar de forma anónima los datos obtenidos por los wearables para ser analizados fuera del contexto digital.
Los aparatos médicos dotados de inteligencia artificial contribuyen, asimismo, a realizar un diagnóstico mucho más exacto de forma más rápida y efectiva que las propias personas. Dependiendo de los síntomas del paciente, el dispositivo puede comprobar en cuestión de segundos todas las enfermedades posibles. Con un expediente clínico electrónico se pueden incluir el historial del paciente y los resultados de analíticas anteriores para compararlos con patrones estadísticos de pacientes con la misma edad y el sexo.
Asistencia médica hospitalaria y ambulatoria
Siempre se está mejor en casa que en el hospital. Con el IoT es posible reducir las estancias hospitalarias, pues en determinados casos esta tecnología puede cuidar al paciente y supervisar su estado de salud sin que tenga que salir de casa. Tampoco los ancianos se alegran de abandonar su independencia para vivir en un geriátrico, un incómodo cambio que puede evitarse gracias a la presencia en el mercado de dispositivos capaces de mandar una llamada de emergencia. Las caídas son uno de los grandes peligros a los que se enfrentan las personas mayores, ya que en muchas ocasiones son incapaces de pedir ayuda. No obstante, las moquetas dotadas de sensores para caídas avisan de forma automática cuando tiene lugar este accidente doméstico. Otro de los usos en el sector sanitario y de atención médica son los dosificadores de medicamentos que controlan la ingesta de pastillas.
En las clínicas y hospitales, el Internet de las cosas se utiliza sobre todo para optimizar procesos, aumentar la seguridad –con dosificadores de medicamentos interconectados que evitan las confusiones– y mejorar la higiene con sensores que detectan cualquier impureza.
Peligros del IoT: los ciberataques y la protección de datos
En el IoT no todo son bondades. Muchos expertos, de hecho, reconocen que el IoT pone en riesgo la esfera privada. Además no existe aún ninguna regla que proteja de forma efectiva a los datos sensibles de posibles abusos.
Sociedad orwelliana: ¿distopía o realidad?
Los electrodomésticos conectados a la red, los coches autónomos y los relojes inteligentes van recogiendo poco a poco información de todos los ámbitos de la vida de las personas. No solo se trata de conocer las páginas web que un usuario visita, sino también información que aún no ha sido evaluada a gran escala por ninguna tecnología. En conjunto pueden crear el perfil exacto de una persona, siendo capaz de predecir comportamientos, estados de salud, reacciones, etc.
Estas circunstancias obligan a los defensores de la protección de datos a avisar del peligro de la vigilancia masiva. Incluso cuando los datos son anónimos y no pueden identificar a usuarios individuales, sí permiten deducir el comportamiento y los hábitos de un determinado grupo de población. Por todo ello, los defensores de la protección de datos temen que los estados en los cuales la ausencia de democracia y derechos humanos son una realidad podrían acceder a estos datos, dando lugar a un sistema de vigilancia de dimensiones orwellianas.
Por otra parte, las empresas recogen datos con un interés económico. De hecho, Apple, Amazon o Google ya compiten para liderar el mercado de dispositivos IoT. Con la ayuda de datos personalizados las empresas ofrecen a sus clientes ofertas hechas a medida. No obstante, los usuarios solo pueden controlar hasta cierto punto los datos que los dispositivos IoT transmiten a los distribuidores o las empresas asociadas.
Solo las disposiciones legales podrían poner fin a la exhaustiva recopilación de datos personales. Además, con la implementación de la IA cada vez resulta más difícil a los usuarios comprender y controlar el modo en el que las aplicaciones TI recopilan, almacenan y gestionan sus datos, haciéndose muy complicada una configuración segura de los ajustes de seguridad, más si los usuarios recurren en su día a día a varios dispositivos de IoT. Apenas se dispone de conocimiento sobre qué datos se recopilan, qué proveedores lo llevan a cabo y para qué fin.
Se advierte, además, de que está en peligro el derecho de autodeterminación informativa. La red GPEN (siglas de Global Privacy Enforcement Network) ha investigado recientemente, con la participación de autoridades reguladoras de todo el mundo, las condiciones de protección de datos de 300 dispositivos de IoT. El estudio mostró que en la mayoría de los casos los proveedores no explicaban de forma transparente a los usuarios cómo se iban a usar sus datos.
¿Cómo protegerse de los ciberataques?
Los defensores de la protección de datos consideran aún más preocupante que no se esté trabajando en ninguna solución que garantice la seguridad de los usuarios, lo que aumenta la posibilidad de ataques de hacker y robo de información en el Internet de las cosas. Un estudio de la fundación y organización alemana de defensa del consumidor Stiftung Warentest ha descubierto que la mayoría de los dispositivos analizados mostraban importantes brechas de seguridad que daban acceso libre a los ciberdelincuentes y transmitían los datos personales sin cifrar, de forma que el acceso a datos sensibles como fotos privadas, números de tarjetas de crédito o contraseñas de las cuentas de correo es tarea fácil.
Al formar parte de una misma red, un número inabarcable de dispositivos van intercambiando información sin pausa, lo que hace accesible al IoT en muchos puntos haciéndolo, por lo tanto, propenso a ser manipulado. Si son varios los objetos relacionados entre sí resulta más sencillo acceder a varios dispositivos desde una única interfaz. Los ciberdelincuentes pueden acceder al control de la puerta de entrada y al sistema de alarmas de una casa inteligente a través de otros dispositivos, como los fuegos de la cocina. Y está demostrado: una empresa de TI fue capaz de acceder a las contraseñas de Google de un usuario hackeando su frigorífico Samsung.
Además, los ciberdelincuentes no se limitan a robar datos, sino que también son capaces de manejar el conjunto de dispositivos conectados. Algunas investigaciones así lo confirman, como, por ejemplo, la realizada al coche Jeep Cherokee de Fiat Chrysler. Tras haber accedido al control de la interfaz era posible manejar los frenos y el volante por control remoto.
Algunos expertos en seguridad advierten que en un mundo interconectado sería prácticamente imposible evitar este tipo de manipulación sobre fábricas, empresas de suministro de agua o centrales nucleares. La buena noticia es que poco a poco van a aumentar las voces que pidan una mayor protección y van a ser tenidas en cuenta por los desarrolladores, lo que desembocará en algunos cambios. De hecho, por ejemplo, se está trabajando en desarrollar una app de router que tenga control sobre los dispositivos domésticos interconectados y detecte el tráfico irregular.
Vulnerabilidad en el sistema
Los ciberataques dirigidos no son el único peligro de los dispositivos IoT, también los errores de programación lo son. Los críticos del Internet de las cosas advierten del riesgo de confiar a ciegas en una tecnología autónoma que en principio está libre de errores. Por un defecto informático, un dispositivo puede pasar por alto un valor importante en un diagnóstico médico y, en consecuencia, administrar la medicación equivocada. Por otro lado, las ciudades inteligentes exigen una infraestructura compleja con miles de sensores y otros elementos. Para que este sistema no se ralentice es necesario el control humano.
IoT y la (ausencia de) neutralidad de la red
¿Cómo afecta el IoT a la sociedad digital? Debido a la tecnología tras el Internet of Things los debates también se centran en discutir la neutralidad de la red, que dejaría de existir como tal, pues la aplicación de la telefonía móvil 5G prevé su segmentación. Esta segmentación, en inglés Network Slicing, se trata de la partición del Internet móvil en segmentos virtuales, cada uno de los cuales atiende a diversas aplicaciones cuyos datos se transmiten a diferente velocidad, creando así una red 5G flexible que, por ejemplo, procese las aplicaciones de voz de forma diferente a las de video.
Los defensores de la segmentación de la red justifican la necesidad del procedimiento para gestionar un aumento del volumen de datos y garantizar la transmisión en tiempo real. Si todos los paquetes de datos se gestionaran al mismo tiempo, no sería posible una reacción en tiempo real de las aplicaciones con un gran volumen de datos. Y es que es comprensible que un coche que necesita frenar de golpe debería tener una prioridad mayor que un recordatorio de compra.
Los detractores de la segmentación de red, sin embargo, lo consideran un ataque a la neutralidad de red. Internet, tal como lo conocemos hasta ahora, dejaría de existir, pues se priorizaría determinadas acciones. Además, habría que tener en cuenta que las empresas aumentarían los costes en función del grado de priorización y por lo tanto los consumidores se podrían ver limitados. Sin olvidar que la segmentación de la red pone en peligro la libre competencia en la economía digital, por ejemplo, dando preferencia a las empresas que pueden hacer frente fácilmente a costes más elevados que las empresas más nuevas.
Claro está que si los programadores tienen en cuenta todas las voces admonitorias en el desarrollo del Internet de las cosas, los aspectos positivos de esta nueva tecnología en la vida cotidiana serían enormes.